A pesar de su crucial importancia para la supervivencia humana, la biodiversidad marina está en un peligro cada vez mayor, ocasionado por la disminución de las pesquerías y otros graves problemas.
La pesca es fundamental para la subsistencia y la seguridad alimenticia de 200 millones de personas, en especial en el mundo en desarrollo. Una de cada cinco personas en este planeta depende del pescado como fuente primaria de proteínas.
Según las agencias de Naciones Unidas, la acuacultura -crianza y cultivo de organismos acuáticos, incluyendo pescados, moluscos, crustáceos y plantas acuáticas - está creciendo más rápido que todos los otros sectores que producen comida de origen animal. Sin embargo, en contraste con los hechos y las cifras sobre el acelerado crecimiento de las tasas de producción mundial de la acuacultura, otras estadísticas menos alentadoras muestran que las principales reservas marinas de pescado en el mundo están en peligro, amenazadas por la sobrepesca y la degradación del medio ambiente.
"La sobrepesca no puede continuar", advirtió Nitin Desai, Secretario General de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible celebrada en Johannesburgo en el año 2002. "El agotamiento de las pesquerías representa una amenaza para el abastecimiento de alimentos para millones de personas".
El Plan de Aplicación de Johannesburgo llama al establecimiento de zonas marinas protegidas (MPAs, por sus siglas en inglés), que muchos expertos creen pueden tener la llave para conservar y aumentar las poblaciones de peces. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Centro Mundial de Vigilancia de la Conservación, en Cambridge, Reino Unido, menos del uno por ciento de los océanos y mares del mundo son actualmente zonas marinas protegidas.
Sin embargo, la magnitud del problema a menudo pasa desapercibida, si se considera la competencia que representan las campañas contra la deforestación, la desertificación, la explotación de los recursos energéticos y otros dilemas relacionados con la reducción de la biodiversidad. Por una parte, rara vez se señala el rápido crecimiento de la demanda de pescado y de productos relacionados, tanto en el ámbito nacional como en los mercados de exportación, lo que lleva a que los precios del pescado suban más rápido que los precios de la carne. Como resultado, las inversiones en esta industria se han vuelto más atractivas tanto para los empresarios como para los gobiernos, lo cual también afecta negativamente a la pesca a pequeña escala y a las comunidades pesqueras en todo el mundo. En la última década, en la región del Atlántico norte, las poblaciones de peces con valor comercial, como el bacalao, la merluza, el abadejo y la platija han disminuido hasta en un 95%, suscitando llamados urgentes a la acción. Algunos han recomendando incluso tomar medidas como la prohibición absoluta de la pesca para permitir la regeneración de las especies, iniciativas que desatan la ira de la industria pesquera.
De acuerdo a la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) se calcula que más del 70% de los peces en el mundo está siendo explotado al máximo de su capacidad o incluso ha sido agotado por completo. El incremento dramático en el uso de técnicas destructivas de pesca en todo el mundo está aniquilando a mamíferos marinos y a ecosistemas enteros. Según los informes de la FAO, la pesca ilegal, sin registro y sin regulación está aumentando a nivel mundial, pues los pescadores buscan evadir las leyes estrictas que se han puesto en práctica en muchos lugares, para enfrentar la reducción en las capturas y el agotamiento de las reservas de peces.
Pocos países en desarrollo, si es que los hay, y sólo un número limitado de países desarrollados están en camino de poner en efecto este año el Plan de Acción Internacional para prevenir, desalentar y eliminar la pesca no declarada y no reglamentada.
A pesar del hecho de que cada región cuenta con una Convención Regional sobre el Mar, y de que aproximadamente 108 gobiernos y la Comisión Europea han adoptado el Programa Mundial de Acción para la Protección del Medio Ambiente Marino de Actividades Terrestres, los océanos se están perdiendo al doble de la velocidad que los bosques.
El Foro de Johannesburgo, puso énfasis en la importancia de restaurar las pesquerías agotadas y reconoció que la pesca sostenible requiere de alianzas entre los gobiernos, los pescadores, las comunidades y la industria. La disposición exhorta a los países a ratificar la Convención de Derecho del Mar y otros instrumentos que promueven la seguridad marítima y protegen el medio ambiente de la contaminación marina y del daño ambiental ocasionado por los barcos. Sólo un enfoque multilateral puede contrarrestar la tasa de agotamiento de las pesquerías del mundo, la cual se ha elevado más de cuatro veces en los últimos 40 años.
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